Es increíble cómo los niños, cuando están interesados en algo, pueden adquirir, archivar y reubicar la información que consiguen dentro de su cabeza de manera rápida y sencilla. Ahora bien, como no le guste un tema, ya puedes intentar hacer que se aprenda algo que no lo vas a conseguir. Fui a visitar a mi hermano y a mi sobrino de 9 años a la capital hace un par de días con mi moto y la pobre murió irremediablemente y el enano, que es un apasionado de los vehículos a dos ruedas, me recomendó en seguida un concesionario Piaggio en Madrid, Unimoto, e incluso una moto concreta con la que poder hacer viajes por carretera.
Y el caso es que el concesionario en cuestión, y la moto, era realmente de lo mejorcito que podía encontrar y el enano cabezón, como lo llamo yo, sabía todo eso y más. Acabé comprándomela y estoy encantada con ellos la verdad. Ahora bien, pregúntale algo al enano sobre matemáticas y verás donde te manda.
Esto demuestra que los niños pueden dar muchísimo de sí pero siempre y cuando sus intereses estén ligados a lo que les enseñamos y, está claro, que no podemos enseñarles sólo lo que les gusta ¿o sí?
Estamos empeñados en sentar a los niños en pupitres de cara a una pizarra y soltarles una clase magistral sobre un tema aburrido esperando que lo entiendan a la primera, le guste y lo utilicen pero las cosas no son tan sencillas. Todos podemos entender que enseñarles una canción sobre una gallina que pone huevos puede ser bastante sencillo, al igual que enseñarles cualquier tipo de juego para poder divertirnos juntos un rato así que los estudios actuales se preguntan el motivo por el cual nos empeñamos en no unir ambas cosas.
Los niños son niños y la mejor manera que tienen de saber cosas nuevas es aprender jugando. Esa es la única manera de que aprendan cosas que de otra forma no querrían aprender pero nuestro método estudiantil no funciona. ¿Queréis saber cuál sí funciona? El finlandés, el noruego, el de los países nórdicos y la base de estos es que los niños aprendas descubriendo, experimentando y disfrutando. Nada que ver con el sistema español.
Al final lo único que conseguimos es tener auténticos cerebritos en ciertas materias, como mi sobrino en las motos, que cuando se sientan delante de un libro y los pones (obligas) a hacer deberes acaban mirando la punta del lápiz como si acabaran de descubrir la cumbre del Everest, cualquier cosa con tal de no bajar la vista al papel y ver una serie de números que, para ellos, carecen de sentido y el caso es que tampoco puedes pedirles que razonen que es por su bien, que si no estudian de mayores se arrepentirán, que no podrán ganar dinerito, etc. No puedes decirle nada de eso porque algunas cosas son mentiras, enormes, gigantes, y otras no las van a entender por mucho que lo intentes porque SON NIÑOS. Esto no me cansaré de repetirlo porque a veces parece que se nos olvida.