Un día llega tu hijo y te dice que quiere ser médico porque está encantado viendo la serie de hospitales que echan por la tele o que quiere ser abogado porque le encanta todo el tema de juicios que lee en los periódicos o le fascinan las argumentaciones de algunos juristas como Miguel Durán. Cuando pasa el tiempo y te das cuenta de que no solo es el calentón del momento, sino que es su verdadera vocación, te encuentras con la ilusión de un hijo con aspiraciones en la vida pero también con un gran dilema: cómo elegir la mejor universidad para que sus estudios fructifiquen en un buen empleo.
Aunque parezca algo sencillo, no lo es en absoluto, y ejemplo de ello es la gran oferta educativa que se encuentra a disposición de todos, desde universidades públicas hasta privadas pasando por educación presencial o a distancia y en otros idiomas.
Desde este artículo vamos a daros algunos factores a tener en cuenta a la hora de elegir dónde cursar los estudios universitarios:
– Idiomas. La realidad nos hace ver que cada vez es más necesario el estudio de diferentes lenguas, especialmente el inglés. Por un lado esto se debe a que las compañías son más internacionales y hacen más negocios con el extranjero, por lo que los empleados han de tener la capacidad de comunicarse con otros interlocutores. Asimismo, si la realidad de España continúa estando así de complicada para los jóvenes, es interesante que aprendan otros idiomas por si tienen que emigrar para poder encontrar un puesto de trabajo que se corresponda con su valía y con la remuneración adecuada al cargo. Es por esto que debemos tener en cuenta que en la universidad elegida se impartan algunas clases en otros idiomas o que al menos cuenten con esos idiomas como asignaturas o que podamos matricularnos de ellos a modo de materias extracurriculares.
– Tradición. En algunas ocasiones los hijos estudian allí donde lo hicieron antes sus padres o sus hermanos. La diferencia en años, especialmente en el caso de padres e hijos, puede ser bastante amplia, por lo que debemos asesorarnos antes de si esa universidad sigue teniendo el mismo prestigio que cuando nosotros o nuestros hijos mayores estuvimos allí.
– Amigos. La universidad es un lugar especial para hacer amigos, ya que nos formamos como personas en ella y definimos cada vez más nuestra personalidad. Probablemente los amigos que hagamos en esta etapa de la vida lo serán para siempre, por lo que no debemos tener miedo a mandar a nuestros hijos a universidades en las que no estén sus amigos del colegio. Esto les hará ser más abiertos en caso de ser tímidos, ya que la necesidad les hará hablar con otros chicos para cosas tan sencillas como pedir apuntes o hacer un trabajo en grupo. Se trata de una buena escuela para la vida que seguramente les ayude de cara al futuro y a su inserción en el mercado laboral.
– Precio. Normalmente se encuentra la diferencia de precio entre la universidad pública y la privada, pero lo cierto es que la crisis está haciendo que los precios de estas últimas se hagan cada vez más competitivos y la subida de tasas e impuestos en las públicas las acercan de un modo preocupante a las privadas. En cuanto a calidad no tendría que haber diferencia, ya que los docentes de ambas han de estar acreditados, por lo que no deberíamos dejarnos influir por el precio si nuestros bolsillos nos lo permiten, sino fijarnos en otro tipo de factores como los recursos con los que cuentan o los idiomas de los que hablábamos antes.
– Presencial o a distancia. Depende mucho del tiempo que tenga el estudiante y de los recursos de la familia. Es preferible que la enseñanza sea presencial, ya que es mucho más personal y se puede hacer networking que nos ayudará a la hora de tener contactos para un posible empleo, pero es cierto que la enseñanza a distancia satisface también las necesidades de muchos perfiles de alumnos. Por ejemplo, los hay que por motivos económicos no pueden salir de su ciudad y no cuentan con esa carrera en el campus de su localidad, o quienes deben trabajar para costearse las tasas y los horarios son incompatibles con los de las clases. Debemos adaptar este factor por tanto a las propias necesidades del alumno, pero siempre teniendo en cuenta que, si es posible, la enseñanza presencial es la mejor opción.
– Cursos en el extranjero. Las universidades privadas ofrecen muchas veces la posibilidad de pasar alguno de los años de la carrera en universidades de otros países con las que tienen convenio. Es caro, pero se trata de una buena forma de ver mundo y aprender a desarrollarse sin estar bajo las alas de los padres. Las universidad públicas cuentan también con esta posibilidad a través de la solicitud de becas como las tan afamadas Erasmus, aunque la cuantía que se destina a los becados no es muy grande y han de ser los padres o los propios alumnos mediante pequeños trabajos como camareros o incluso dando clases de español a extranjeros quienes se sufraguen la estancia fuera.
– El equipamiento de la universidad. Dependiendo del tipo de carrera que nuestros hijos quieran estudiar, el equipamiento de la universidad tendrá diferente valor. Si por ejemplo se decantan por carreras como Historia, este no tendrá tanta influencia en nuestra decisión como si deciden estudiar Biología y necesitan de laboratorios para poder llevar a cabo experiencias prácticas. El wifi o el acceso a las nuevas tecnologías son también piezas clave en la decisión.
– Instalaciones. Para muchos de nuestros hijos el deporte es una pieza fundamental en su vida, por lo que debemos fijarnos en las instalaciones del campus universitario. Asimismo, según la ciudad en la que vayan a vivir o si se decantan por alojarse en un colegio mayor, es probable que puedan disfrutar de pistas para correr, jugar al tenis o incluso piscinas. Debemos considerar todas las opciones y ver si se pueden compensar unas cosas con otras.
– La distancia. A veces tenemos la carrera cerca de casa, incluso en la misma ciudad o comunidad autónoma en la que vivimos, pero la cercanía no es la única opción. También podemos salir lejos a estudiar y parece que es la tendencia que se quiere implantar con el famoso plan Bolonia, que promociona la movilidad tanto de alumnos como profesores. Actualmente se considera que vivir lejos de la familia hacer desarrollar a los jóvenes como personas y les obliga a establecer diferentes vínculos con su lugar de origen. Les enseña a ser independientes y a enfrentarse a los problemas de la vida con otra perspectiva que el amparo de los padres no les daría.
– Por último, y el factor más importante en el que debemos fijarnos es la existencia de la bolsa de trabajo. Esto es más propio de las universidades privadas, ya que fomentan el empleo a través de convenios con empresas también del sector privado. Algunas universidades públicas cuentan también con centros de orientación laboral donde reciben ofertas de trabajo y de prácticas tanto remuneradas como sin pagar. Es conveniente conocer experiencias previas de otros alumnos y asesorarnos acerca de cómo funcionan estos organismos y cuál es su éxito. Excepto el pequeño grupo de universitarios que quiere dedicarse a la docencia o a la investigación, lo más normal es que el objetivo de todos ellos sea salir al mercado laboral, por lo que no debemos descuidar este punto.