Cada día hay más estudios que demuestran los beneficios que adquieren los niños y niñas cuando conviven e interactúan con animales, normalmente con perros y gatos, pero lo realmente interesante es que ahora han llevado a cabo un estudio sobre los animales en el ámbito escolar que asegura que la interacción de niños con animales tiene influencia directa en su concentración y estimulación del desarrollo cognitivo y emocional.
Muchos profesionales aseguran que utilizar animales en el interior de las aulas puede ser muy enriquecedor para los alumnos. Mientras que los primeros días el animal no es más que una distracción, poco después empieza a convertirse en un método eficaz para poder captar su atención. Conejitos, hámsteres, peces e incluso ardillas o hurones son las mascotas preferidas para las aulas tanto por su tamaño como por su fácil manejo, y son muchas ya las escuelas que empiezan admitir mascotas para niños en su programa educativo. Pueden convertirse en una herramienta muy útil para que los profesores enseñen valores básicos de comportamiento de una forma divertida, así como respeto por el mundo animal.
Sin embargo, la experiencia de la que os voy a hablar no trata sobre ardillas valientes o hámsteres cuidados en aulas de primaria, os voy a hablar de Gypsi, un perro que fue criado y educado para ayudar a que niños con dificultades aprendan a relacionarse entre sí. Pero lo peculiar de Gypsi no es que sea un perro cariñoso y educado que hace prácticamente todo lo que le decimos, sino que su raza no es la típica que suele usarse con estos menesteres. Tal vez, al pensar en él, os habéis imaginado a un precioso labrador color crema, a un pastor alemán o incluso a un grandote y bonachón san Bernardo, pero Gypsi no es nada de eso. Él nació en un criadero familiar, concretamente en éste dedicado a la venta de cachorros de american bully y, por tanto, hablamos de un grandote y musculado animal de cabeza ancha y fauces feroces.
Pero su aspecto físico no encaja ni es reflejo de su personalidad. Gypsi es un amoroso can al que muchos niños temen al principio y al que todos adoran después de unas horas, y lo que más le gusta es jugar con pequeños muy especiales, niños y niñas con autismo.
Gracias a animales como él, cientos de niños y niñas se benefician de la grata experiencia de compartir aventuras con alguien más que no sean ellos mismos, y las mejoras son impresionantes. Los niños con autismo consiguen reducir sus conductas evasivas, se integran más en la sociedad y mejoran su autoestima.
Gypsi ayuda a afrontar los problemas
Los niños con autismo o asperger tienden a huir o esconderse cuando una situación les resulta diferente o complicada, pero Gypsi, que siempre permanece atado a la cintura del pequeño, les impide huir con tanta facilidad, por lo que el niño acabará teniendo que enfrentarse a su miedo, tendrá que aprender a lidiar con la situación. Además, su compañía disminuye las conductas estereotipadas: el típico balanceo, los ruidos o el aleteo de las manos tan característico de los niños que padecen este síndrome, se ven reducidos gracias al animal, permitiendo que el niño o niña lleve una vida más normal.
Pero no son los únicos beneficios que tiene la compañía de Gypsi porque, a la larga, el pequeño empieza a mirar al animal a los ojos, es más, busca el contacto visual con él y ese comportamiento se va trasladando, poco a poco, a sus relaciones con las personas de su entorno, es decir, que el intercambio de miradas con el animal abre camino para el contacto humano, lo cual es maravilloso.
Cada niño es diferente y Gypsi a veces consigue más beneficios en unos pequeños que en otros, pero lo que está claro es que tanto los profesores como los terapeutas y psicopedagogos tenemos mucho que aprender del pequeño american bully, muchísimo.