Se supone que cuanto cumples los 18 años, aproximadamente, debes tener claro qué es lo que quieres hacer en la vida porque, es ahí cuando debes escoger entre la Formación Profesional, la Universidad, los cursos privados, ponerte a trabajar o incluso crear tu propio negocio si es que tienes medios suficientes. Es posible que hace unos años, bastantes, a los 18 años los jóvenes estuvieran preparados para tomar esas decisiones pero ahora es todo lo contrario.
La situación es bastante extraña porque ahora dejan de jugar con muñecas y cochecitos demasiado pronto, o al menos eso pienso yo, y sin embargo llegan a edades en los que se les supone adultos y son la generación más inmadura que he conocido. No pueden tomar decisiones tan importantes sobre su futuro porque no saben lo que quieren, no conocen el mundo y ni saben hacia donde les puede llegar a llevar.
Mi sobrina, de 19 años, quería ser médico y como no le dio la nota entro en un Ciclo Superior de Auxiliar de Enfermería pero no era lo que le gustaba. Creo que es una de las pocas jóvenes que sabía lo que NO quería a ciencia cierta y como algo que también barajó estudiar fue fisioterapia empezamos a buscarle cursos con lo que pudiera iniciarse y no perder un año a lo tonto. Se apuntó a inglés, un gran acierto por cierto, y al Centro QB. Para aquellos que pudieran estar interesados les diré que se trata de una escuela y un centro de quiromasaje y bienestar donde ofrecen cursos de estética y quiromasajes que tienen muy buenas referencias.
Al final, sin haberlo planeado, este vaivén en el mundo formativo le hizo aprender a analizar los pros y los contras de las situaciones y los cursos que realizó le ayudaron a saber qué era lo que quería hacer con su vida. El curso que viene, empezará fisioterapia y la idea de ser médico no es algo que aún mantenga en la cabeza porque ha visto que su pasión va por otro camino.
A veces, hay que dejarles probar un poco de lo que les gusta para que puedan comprobar si lo que creen que van a conseguir yendo por un camino u otro es lo que verdaderamente quieren o no, incluso si es lo que habían pensado o estaban totalmente equivocados.
Mi experiencia
Yo tengo 34 años y cuando acabé el instituto quería estudiar Comunicación Audiovisual, me encantaba la idea, pero ni me daba la nota media ni tenía esa carrera en mi ciudad así que opte por Arte Dramático. Hice las pruebas de la especialidad de musical y las pasé pero, una vez dentro del mundo, me di cuando de que no era lo que yo quería, que para pasar un rato divirtiéndome y como hobby todo aquello era una pasada pero no como carrera profesional. Tal vez, si hubiera podido encaminarme hacia mi primera idea, la Comunicación Audiovisual, habría sido diferente, pero no tuve opción. Así que dejé mis estudios de Arte Dramático e ingresé en periodismo.
Cinco años de licenciatura, un año de máster, un curso universitario de CAP (Capacitación Pedagógica), unas oposiciones de secundaria aprobadas y varios trabajos en diferentes redacciones de medios de comunicación me hicieron ver que lo mío se encaminaba más hacia los medios digitales y que algunas especializaciones que había hecho no iban a servirme de nada. Ahora puedo decir que tengo un máster en Estudios Literarios que me capacita para estudiar diferentes textos y novelas pero mi verdadera vocación está tras la pantalla de un ordenador, no tras un libro.
Simplemente no estaba preparada para tomar ciertas decisiones sobre mi vida y por eso di tantos tumbos, de una carrera a otra, de un curso a otro, igual que le ha pasado a mi sobrina quince años después así que mi consejo es que prueben primero lo que creen que les gusta y luego decidan. No se trata de dejar pasar un año sin pena ni gloria se trata de usar un año, o dos, intentando averiguar qué quieres hacer en tu vida. En mi humilde opinión: merece la pena.